martes, 23 de julio de 2013

PORTAL 1







Hoy percibo el día diferente,
el banco del olvido ya está lleno,
paseo por las calles más pobladas
y no siento el agobio de la vida
por cerrar uno más de sus
evangelios.

Hoy siento que el día me dio una tregua
cerrando las puertas a mi paso,
marcando como en las siete plagas
una x con la sangre de mi huerto.

Hoy paseo por el alma y sus asuntos,
hoy no salgo,
por si el día ha sido un sueño.

Rebeca Barrón



EL PACIENTE

-Buenos días.
-Buenos días.
-¿Cómo va eso?.
-¿Qué quiere oír?.
-La verdad.
-Me muero.
-No exagere, a usted le gusta el drama.
-A mí me gusta la vida, doctor. Y la mía ha llegado a su fin.
-Veo que esta mañana tenemos el ánimo por las nubes.
-Usted no ve nada, nadie ve nada. Cada uno que entra por esa puerta huele a despedida. Ya no usan fragancias frescas, ahora las compran todos en el mismo sitio.
-¿Qué sitio es ese?.
-La tienda de las reconciliaciones y los agrados.
-Les juzga mal.
-Yo juzgo lo que quiero, que para eso el que se muere soy yo.
-Siempre ha sido igual, no ha cambiado nada.
-Siempre he sido yo, doctor, es lo mínimo que se le pide a una persona.
-¿Orgullo?.

-Dignidad.

Rebeca Barrón

viernes, 19 de julio de 2013

CHOPIN.




  



Es triste pensar que ya quedan pocas cosas que recordar. Eso sintió ella cuando deshojaba las rosas una a una. Con gran ternura las depositaba sobre el agua de la bañera. Su aroma le trasladaba a rincones en los que había sido inmensamente feliz. Pero el momento era otro. Recordaba los olores, los sabores, los colores que nunca más volvieron a rodearla. Poco a poco la casa iba tomando otro tono y olor a paz, a melancolía. Sin darse cuenta, había terminado el ramo de rosas. El agua estaba preciosa, pétalos rojos, blancos, azules. Luego, sin prisa, recogió las velas que tenía repartidas por la casa, las llevó todas al cuarto de baño, donde con gran delicadeza las encendió una a una. Sonaba Chopin. Recordó el mar, los largos paseos acariciando la arena de la playa, recordó el viento, la lluvia, el sol,  las lágrimas resbalaron por sus mejillas pálidas y suaves.  Quedaba poco a lo que mirar. Abrió todas las puertas de la casa. Se quitó la cinta que recogía su pelo, largo y ondulado. Mirando el espejo dejó deslizar su ropa por su cuerpo para recordar las caricias, los besos, el amor.  El amor...  palabra dolorosa y tierna. Cuna, cama y descanso… su música sonaba tan suave, tan melodiosa que le envolvía en finos copos de añoranza. La música, sigue la música, regalos, bailes, solo quería recordar las caricias. Despacio sumergió  primero el pie derecho, luego el izquierdo, se sentó en el borde de la bañera para mirar las rosas y sonreír a las velas, haciéndolas partícipes de su momento. Los pétalos se mezclaban mostrándole el movimiento más armonioso que nunca había sentido; ella acarició el agua dándole las gracias por ese instante de reposo. Con gran elegancia se deslizó por la bañera quedando totalmente sumergida. La música sonaba. Chopin: Wuttz in flut major op. 42, Waltz in A minor op. 34 no. 2.
La puerta de la casa se abrió y se escuchó un silbido, como siempre. La música seguía sonando, las rosas cubrían todo su cuerpo, las velas su alma. Un silbido más. La música seguía sonando. Chopin.


Rebeca Barrón